Tuesday, August 31, 2010

El Estado 49 (I): John K. Almeida

Aunque esté feo, tenemos que empezar pidiendo disculpas por el retraso en actualizar. Nuestro objetivo es hacerlo semanalmente, pero ha habido dos circunstancias que nos lo han imposibilitado esta vez:

1) A Sochi no le debió gustar su panegírico (o tal vez pensó en superarse con un comeback special), y hace una semana lo demostró con un mordisco en el índice de la mano izquierda que debió perder el hueso por nanómetros y que nos hizo ver galaxias más allá de Orión. El dedo se infectó y se puso como una morcilla (como un calabacín, si son ustedes vegetarianos), con la huella de sus dos colmillos marcada en sendas bolas de pus. Esto ha dificultado la escritura, claro, y sesenta dólares de medicamentos más tarde hoy por fin el dedo empieza a parecerse a un dedo y podemos teclear.
2) Como consecuencia de lo primero, y aprovechando la fiebre, hicimos un breve viaje por Hawai’i. Apenas duró 24 horas, pero hemos necesitado tiempo para meditar lo ocurrido en el viaje y plantearles nuestras nuevas entradas, que van a versar sobre el Estado de los volcanes, Pele, el ukulele y las bailarinas.

Tenemos tres entregas preparadas. Hemos de avisarles de una cosa: Los siguientes discos tienen una buena cantidad de ruido de fondo. Dado que las canciones datan de los años 40-50 y los discos físicos de cualquier momento entre esa época y los 70 (es decir, desde esos surcos 60 o 40 años nos contemplan), y dadas las condiciones en que el amigo Longino y su servidor nos encontramos con este tesoro, es un milagro que aún suenen. Por eso les permitimos escuchar estos discos bajo su responsabilidad y les recomendamos no ponerse pejigueros y disfrutar con nosotros de estas melodías, que les aseguramos que recompensarán con creces la molestia del ruidillo a huevos fritos. Si no es así, les devolvemos el tiempo de su visita.

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Para esta primera entrega vamos a contarles en dos patadas la historia de un gigante de la música hawaiiana: con todos ustedes, el gran John Kameaaloha Almeida.



Para presentar con los debidos honores a este prohombre, aquí van nada menos que las primeras pizarritas a sus reglamentarias 78rpm que les presentamos en nuestra Santa Bárbara:

Pohai Kealoha
Mi Nei




(En la primera canción han podido escuchar el inimitable falsete de Joe Keawe; en la segunda, un dueto entre Johnny y Alice Keawekane)


Johnny Almeida (28 de noviembre de 1897 - 9 de octubre de 1985), nacido en Honolulu, Hawai’i,
fue un músico como la copa de un pino: compositor de cientos de canciones,
multiinstrumentista, cantante, líder de varias bandas, co-fundador de un sello discográfico, fundador de un estudio de grabación, locutor de programas musicales en la radio, profesor, descubridor de talentos (Genoa Keawe sin ir más lejos) y considerado “El decano de la música hawaiiana”… “El músico ciego más famoso de Hawai’i", según nuestra amplia bibliografía.

Nació John Celestino Almeida Jr. de un contratista y una vendedora de leis (los collares de flores hawaiianos), pero su padre abandonó la familia y se volvió a Portugal. La madre y los niños (Johny y Annie) buscaron una familia adoptiva y se mudaron con Paulo Kameaaloha, que fue su padre ‘hanai’ (adoptivo). De ahí, habrá deducido usted rápidamente, el nombre que el niño adoptó y mantuvo hasta su muerte. Desde pequeño se hablaba hawaiiano en casa, algo no tan común en Hawai'i como uno pensareia.
La visión del niño empezó a empeorar y para cuando tenía 10 años estaba completamente ciego. Se dijo que la causa probable era la resina de maile que la madre tenía en las manos al estar trabajando en sus leis cuando el niño nació inesperadamente. Como las ciencias avanzan que es una barbaridad hoy se dice que es más probable que fuera una ceguera congénita. Lo importante es que según su visión disminuía, su aptitud musical crecía, y antes de los 10 años ya tocaba el ukulele (empezó con cuatro añitos, uno por cuerda) y cantaba en el coro de la iglesia, además de con su padre hanai, Paulo, que le enseñó cantos (de los que hablaremos en próximas entregas) y canciones tradicionales.

Como compositor, tiene más de 300 canciones en su haber, y dado que creció en un entorno tradicionalista compuso siempre en hawaiiano (aunque también toca canciones hapa haole —“medio blancas”— de otros compositores) y generalmente hulas (el baile tradicional de las islas). Algunas de sus canciones estrella son "Tuberose Hula" o "Green Rose Hula", que será nuestra despedida por hoy. Entretanto, aquí tienen otras dos delicias salidas de su pluma:



O Ko’u Aloha Ia Oe (My love for you)

Papakolea




Para componer se inspiraba, como tantos autores, en mujeres, teniendo fama de casanova en su juventud. Su familia decía que sabía cuándo le gustaba una chica porque lo veían con una canción nueva. “Tuberose Hula” la escribió a los 21 añitos en homenaje a la flor que una mujer llevaba en el pelo, por ejemplo. Pero más allá de la música, lo de Almeida con las mujeres fue cosa seria: se casó cinco veces… con cuatro mujeres. En 1919 se casó con Elizabeth. Más adelante se casó con la músico Wenonah, que fue su segunda y cuarta mujer. Efectivamente, segunda y cuarta. Entre medias estuvo casado con la californiana Doris Booker, y la quinta del pastel fue Janet. Nos gustaría poder imaginar la conversación que llevó al segundo matrimonio de Johnny y Wenonah…

-“¿Wenonah? Hola, soy Johnny… Mira, te llamaba por ver qué hacías hoy…”
-“¡Hola Johnny! Nada de particular…”
-“¡Perfecto! Entonces, ¿Querrías casarte conmigo?”
-“¡Pero Johnny! ¿Otra vez?”
-“Mujer, más vale malo conocido…”
-“También dicen que segundas partes nunca fueron buenas…”
-“Bueno, pero para mí sería la cuarta…”
-“Ahora que lo dices, ¿tú no estabas casado?”
-“¿Quién, yo? Bah, ya es historia…”
-“¿Pero tú te crees que puedes cambiar de mujer como de instrumento?”
-“Espera, mira, te voy a tocar la última canción que he compuesto… Pensando en ti, por supuesto…”


Y hala, al altar otra vez.


Almeida destacó también como compositor religioso (pisando tan a menudo la iglesia, no era de extrañar). “Iesu Me Ke Kanana Waiwai” es su canción religiosa más conocida —y su autoría es disputada—. Johnny dijo que la compuso —bien jovencito— para la iglesia mormona, pero que le dijeron que no era aceptable porque sonaba demasiado como un hula.

Como cantante, fue uno de los más populares de Hawaii. Aquí podrán comprobar por qué, aunque de cantos tradicionales ya tendrán ustedes una entrega exclusiva:

Heeia
Ko Mai Ho Eueu





Como instrumentista
, a los 25 años Johnny tocaba perfectamente la steel guitar, el violín, el banjo, el contrabajo, el saxofón y el piano; añadidos al ukulele y el canto. También era un auténtico virtuoso de la mandolina. Ya en 1917 con menos de 20 años había tocado en el funeral de la reina Lili’uokalani (última monarca de Hawaii) y para varios príncipes e infantes. Durante toda su carrera tuvo alguna banda propia, normalmente Johnny Almeida y sus Hawaiianos. Tocaba por todas partes: clubs, salones de baile, auditorios de escuelas, patios de recreo, barcos, cines… Dirigía a sus músicos, cambiaba de instrumentos constantemente, y cambiaba las cuerdas de su guitarra y su mandolina como si pudiera ver. Entre 1922 y 1927 fue el director musical en los barcos de la compañía Stetson entre Hawai’i y la costa oeste. Entretanto, en 1925 abrió su propio estudio de grabación.

También fue profesor y enseñó por escuelas de todo Hawaii. Como promotor de talentos, desde sus famosos programas de radio entre 1932 y 1939 y entre 1946 y 1949, sus frecuentes apariciones en el famoso Hawai’i Calls, y especialmente con su labor ayudando a fundar el sello 49th State Records, ayudó a lanzar las carreras de muchos nuevos músicos: Genoa Keawe, los artistas del falsete Bill Lincoln y Joe Keawe, las leyendas de la steel guitar David Kelii y Billy Hew Len, su propia hija Pua… Algunos de estos nombres se les aparecerán en próximas entregas.
Aquí lo tienen con alguno de estos talentos interpretando dos canciones ajenas, "Kalakaua" de Johnny Noble (el autor del archifamoso "Hawaiian War Chant") y la conocida y estupenda "Hanohano Hanalei" del también popular compositor tradicional Alfred Unauna Alohikea:

Hanohano Hanalei
Kalakaua




Una labor destacable fue la que realizó como mentor en el sello 49th State. Esta discográfica, a la que pertenecen todos los singols que escucharán en estas entregas, fue fundada en 1948 o 1946, según las fuentes (con lo bonito que habría quedado empezar en el 49), por George Chin, propietario de una tienda de discos en Honolulu. La aventura duró menos de 10 años pero el sello sacó una cantidad de discos tal (más de 40 discos y 250 singols reeditados de sus inicios con discos de pizarra) que aún se encontraban fácilmente 20 años después.

Aquí viene la pregunta clave que llevan ustedes haciéndose desde el principio: ¿Por qué “el Estado 49”? Todos ustedes sabrán de sobra que Hawai’i es el Estado 50 de la Unión, siendo Alaska el 49. Gracias por preguntar. La cuestión es que Hawai’i era una república anexionada por los Estados Unidos desde 1898, territorio de la Unión pero no “Estado”. Tras la segunda guerra mundial empezó a haber conversaciones para su conversión en Estado, cosa que finalmente no sucedió hasta 1959. Entretanto se metió por medio Alaska y al pobre Ching le estropearon el visionario nombre de su sello, que había grabado mucha cosa amateur y para aprender a bailar hulas, pero también a estrellas como Almeida, Genoa Keawe, Joe Keawe, John Piilani Watkins, y a reinas de la comedia como Naughty Abbie y “Hilo Hattie” (Clara Inter). Cuando Ching cerró el negocio y emigró al continente, apareció Waikiki Records.

Una cosa que se desconoce es cómo se fundó 49th Records. Gracias a la desclasificación de los Diarios de Ching hoy se saben cosas sorprendentes:

En principio, George Ching quería revolucionar el mercado hawaiiano de una manera radical. En Hawai’i gustaba mucho de siempre el yodel, que se acercaba a la manera de cantar tradicional del país (de hecho muchos cantantes hawaiianos yodelean que da gusto). Por tanto, George Ching alistó a Johnny Almeida para un plan maestro: forrarse a vender discos de yodel. Ching le preguntó a Almeida quién era el mejor y más famoso cantante de yodel de todos los tiempos. Almeida respondió, por supuesto, Jimmie Rodgers. Ching y Almeida concibieron entonces su plan: secuestrar a Jimmie Rodgers, traerlo a Hawai’i y obligarle a grabar para el nuevo sello. Surgió un primer problema: No tenían suficiente dinero para viajar a Estados Unidos. Además, Almeida era ciego y George Chin cobarde, y no serviría de nada utilizar la fuerza. Recurrieron pues a la diplomacia, y el 8 de septiembre de 1946 le enviaron al cantante norteamericano la siguiente carta, de la que Ching guardó copia en su diario:

Estimado Sr. Rodgers,
Por la presente, le informamos de que ha sido usted secuestrado por los líderes del movimiento discográfico hawai’iano “Estado 49”. Nuestras intenciones no son políticas sino musicales. Le haremos a usted grabar para nuestro sello y a cambio se pegará usted la vida padre. Tenga la bondad de personarse en el aeropuerto de Honolulu el 1 de noviembre o, si tiene algún compromiso pendiente, rogamos nos envíe un telegrama para avisarnos de la nueva fecha en que piensa usted venir.
Atentamente,
49th State.




El 1 de noviembre, no habiendo recibido notificación sobre cambio alguno en los planes, y convencidos de que todo marchaba sobre ruedas, Johnny y George se personaron en el aeropuerto de Honolulu. Desgraciadamente, Jimmie no apareció. Algo había ido terriblemente mal… De repente, escucharon a alguien yodelear, y a ambos casi se les paró el corazón. Corrieron hacia la voz y se encontraron con un cowboy.

-“Disculpe, ¿Es usted Jimmie Rodgers?”
El cowboy los miró y se echó a llorar.
-“Hombre, disculpe… caballero… no llore, hombre…”
-“Es que ya está bien, ¿no? 15 años con el mismo sambenito… ¡No soy Jimmie Rodgers! ¡Soy Gene Autry! ¡Tenemos voces diferentes! ¡Somos dos personas diferentes! ¡No sé quién es Jimmie Rodgers, y además lleva lustros muerto!”
-“Hombre, usted perdone por la confusión, amigo mío… ¿Ha dicho muerto?”
-“Difunto.”
-“¿Pero totalmente muerto?”
-“Completamente cadáver. Extinto, finado, occiso, inerte, exánime, acabado, inactivo, seco, fiambre. No vive más. Se ha reunido con su creador. Hablemos mejor del ex-Jimmie Rodgers.”
-“¿Pero hace mucho de esto?”
-“Hombre, desde 1933…”
-“¡Auê!* Y no querría usted, señor Rod… señor Autry, ser secuestrado para un proyecto musical que estamos haciendo?”
-“Pues me encantaría, la verdad, pero es que tengo un compromiso para una película y este año me viene francamente mal…”
-“Claro, es comprensible… Bueno, pues que le vaya a usted bien, ¿eh? Aquí tiene mi tarjeta por si cambia de opinión… ¡Adiós!”
-“¡Adioioiodelei, lei-i-i!”
(* Ay Caramba)



Tras este fracaso, Almeida y Chang decidieron ser más humildes y apostar por el producto local. Y como no tenían a nadie más cerca que al propio Almeida, Johnny empezó a grabar canciones como un poseso. Aquí tenemos otra:

Moku Kia Kahi






Para la traca final tenemos dos canciones de órdago:

“Alekoki”, que tiene más de 100 años de larga historia, es una canción muy popular con múltiples melodías, cuya autoría es disputada. Lo interesante es que la autoría se disputa entre nada menos que dos reyes: William Lunalilo y David Kalakaua (“El Rey Alegre”, primer monarca en la historia de cualquier país que dio una vuelta al mundo). Según la versión atribuída a Kalakaua, Alekoki es un remanso del arroyo Nu’uanu en Honolulu, y la canción habla de estar en ese remanso con una señora de buen ver. Se dice que Lunalilo en cambio la dirigió a la princesa Victoria Kamamalu, con quien no pudo casarse por razones políticas. “Alekoki” tiene unas cinco versiones musicales diferentes, tres en mayor y dos en menor. Decidan ustedes por sí mismos en qué modo está la que les presentamos.

Alekoki




Y llegamos al final de la historia de Almeida con una de sus dos canciones más famosas, el “Green Rose Hula”. Aquí se la presentamos en gloriosa pizarra y cantada por George Naope, otro ilustre cantaor.

Green Rose Hula

La “rosa verde” es una planta curiosa que está en flor todo el año, y sobre el significado de la canción había antiguamente dos teorías:

- La teoría de la Universidad de Honolulu dice que la “rosa verde” es un símbolo de Hawaii, que aún estaría ‘verde’ para unirse al territorio americano. El tallo sería la Unión, las espinas los otros estados, la tierra la tierra, el jardín el Edén.
- Según la investigadora Elena de Robértez, hay dos teorías absolutamente incompatibles pero no excluyentes: la ‘rosa’ simboliza o bien la amarga flor de la envidia, causante junto a las espinas de la muerte del amor o la muerte por amor; o bien la fertilidad de la naturaleza y por tanto la unión sexual. La rosa está en flor todo el año como el hombre en celo. La autora no consiguió decidirse entre ambas teorías.

Las dos interpretaciones tuvieron su auge y dieron lugar a dos escuelas, la de los ‘territoristas’ y la de los ‘robertistas’, que argumentaron ad nauseam sobre sus simbologías. Con todo, ambas teorías tenían un ligero defecto de forma: sus autores ignoraban por completo el lenguaje hawaiiano. Un gran avance científico y etnomusical se produjo cuando alguien simplemente tomó la letra y la tradujo:

No ka pua loke lau ke aloha
No ka u'i kau i ka wekiu
Ko 'ala onaona i 'ane'i
Ho'olale mai ana e walea
E walea pu aku me 'oe
I ka hana no'eau ho'oipo
Å he ipo 'oe na'u i aloha
Ka'ano'i a ku'u pu'uwai
Ka ha'upu, ka hali'a, ka 'i'ini
Me 'oe mau aku no ia
Ho'i mai kaua la e pili
'Oiai ka manawa kupono
Ha'ina 'ia mai ka puana
Nou no green rose ke aloha

My love goes to the green rose
The blossom I esteem the highest
Its fragrance reaches me here
Inviting my thoughts to be carefree
To spend the time pleasantly with you
In the delightful pastime of wooing
You are the sweetheart I love
The darling of my heart
May recollection, remembrance and desire
Always be with you
Now, now is the time
For us to be together
This is the end of my song
For you, beloved green rose






En las siguientes entregas hablaremos de los grandes cantantes en falsete, de los cantos tradicionales… Y no se despidan de Almeida: Volverán a verlo.

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