Saturday, July 31, 2010

Bailes prohibidos




Siempre habíamos querido visitar la Polinesia en general y Tahití en particular. De hecho, la idea de mudarnos al norte en vez de a Hawaii (la otra posiblidad) nos costó un disgusto del que seguro nos volveremos a acordar en invierno.

Pero todo tiene remedio: Hablamos con los Seres Superiores y les pedimos a Santa Bárbara, San Lázaro, San Judas Tadeo y San Miguel Matamoros (patrones de esta bitácora musical) que nos permitieran un rápido viaje de campo a las islas, para poder documentarnos y traerles a ustedes algunas canciones. Afortunadamente nos oyeron y nos financiaron el viaje. Son santos muy rumbosos.

Fue un viaje relámpago y mentiríamos si pretendiéramos haber aprehendido plenamente la complejidad musical de Tahití en las 4 horas y veinticuatro minutos pasados en las islas, incluyendo el tiempo del viaje —que por suerte fue casi instantáneo, aunque nos dejó cierta resaca—. Definitivamente, aviso a navegantes, 4 horas y media no son suficientes para visitar 1000 islas, salvo que uno sea muy rápido y no haya atascos o algún otro imprevisto.

La Polinesia (muchas islas) es un inmenso triángulo que va aproximadamente desde Hawaii al norte a Nueva Zelanda en el extremo suroeste y Rapa Nui (Pascua) en el sureste. Una jartá de terreno. Por eso cerramos el círculo de nuestra visita sobre la Polinesia francesa, un territorio mucho más asequible de apenas 130 islas y 4,100 kilómetros cuadrados, lo que nos permitía un amplio márgen de unos 1.000 km2 por hora.

Empezamos el viaje, por supuesto, en Tahití, la isla principal, el paraíso del turista adinerado. Este es el lugar en el que a Tootie y a un servidor nos gustaría retirarnos. A ver cómo va el tema de las pensiones para entonces.

Aterrizamos en Papeete, capital y ciudad más grande y poblada de la Polinesia francesa, pero a nosotros nos agobian las aglomeraciones urbanas, y abandonamos de inmediato la megalópolis, auténtica locura urbana con sus 26.000 habitantes y sus 19km2. Nuestro objetivo era el tranquilo distrito campestre de Papara, donde nos recibieron ni más ni menos que así:


Papara



Esto, aunque a ustedes les cueste creerlo, es una canción. Todos los números tahitianos, sean cantados y con guitarras o simples tamboradas, están hechos para bailar. "La mayoría del baile se da al ritmo de los tambores primitivos," dice el folleto turístico que nos dan. Según se lee entre líneas, los tahitianos les enseñaron a los franceses el término "chauvinista":

"Los nativos aborrecen las importaciones y modas extranjeras. Sus tambores se hacen vaciando troncos de árboles nativos. El tambor se llama PAHU, de tallas variadas para dar tonos diferentes, y se golpea con la mano o un palo. Para los sonidos agudos está el TOERE, un pequeño bloque de madera hueco, que se golpea con un palo. Y luego están los pequeños tambores de bambú. Incluso sus únicos instrumentos melódicos, la guitarra y la flauta nasal [estamos traduciendo el folleto e ignoramos qué es una flauta nasal, es más, no tenemos deseo alguno de averiguarlo] deben ser tallados de materiales nativos."



Al menos para los turistas, los músicos tahitianos alternan una tamborada con una canción dulce y melódica —el rápido y constante contraste entre ambas le da mucho atractivo al conjunto—. Por ejemplo aquí nos tocaron:

T'au Here


Sobre los bailes no podemos hablar mucho. Está prohibido. El baile más popular, auténtica fiebre polinesia, es el Tamure (que según el folleto se traduce por "Diversión"). Relacionados con él están el Aparima, Otea, y P'aoa. Mañana les pondremos unos Tamures. Sepan entretanto que creemos entender que todos estos vienen de una danza antigua de percusión llamada 'upa 'upa, que ya se menciona en las primeras narraciones de descubridores europeos como "un baile totalmente indecente". Lo que vendría a ser la lambada o la cumbia de la época.



En todas partes cuecen puristas, especialmente en varios pueblos caníbales del Amazonas, pero en Tahití no se quedan cortos: por supuesto hay quien dice que el Tamure es una cosa comercial y perversa, que eso no es música tradicional, con sus guitarritas y demás instrumentos europeizantes; y que lo único válido es el 'upa 'upa y demás bailes de percusión. Nosotros no lo ponemos en duda, lo mismo dijimos cuando salieron los Beatles esos ("bah, esos jovenzuelos... donde esté un Sinatra...") o mismamente con el tal Elvis, que ya decíamos nosotros que jamás llegaría a lo que llegó Enrico Caruso.

En todo caso, el baile es una cosa sicalíptica, sibilina y sinuosa que nosotros no podemos ponerles aquí por simple decencia.
Si necesitan ustedes emociones fuertes, simplemente traten de imaginar cómo puede una señora, o un señor si gustan, contonearse mientras suena esto:

De Gaulle


Nuestro folleto nos incluye una bonita anécdota de uno de estos degenerados bailes:

"Los tahitianos tienen un festival anual donde celebran todo tipo de concursos. La chica que bailó para nosotros mientras grabábamos estos números de tambores y de canción era la lideresa del grupo de su pueblo. Tras varias competiciones repetidas, su grupo no podía romper el empate entre su pueblo y el de Papeete. Los jueces no querían declarar un empate, querían un ganador. Llamaron a las dos chicas y les pidieron que se acercaran al stand de los jueces. A cada una se le preguntó en privado qué llevaba debajo de su falda de hierba. La de Papeete, unos panties; nuestra chica de Bora Bora, ¡nada! ¡Ganadora, Bora Bora! ¡Unos panties no son propios de una nativa de Tahití!"


Efectivamente, esta bella semblanza conjura multitud de imágenes e interrogantes, no todos pronunciables en público. Supongamos simplemente que a los jueces les bastó con la palabra de las participantes.




Bora Bora es precisamente la isla más famosa por sus percusionistas. Sus grupos de tambores ganan casi todos los concursos de estas modalidades.
Allí se grabó el anterior número musical, "De Gaulle". El número, claro, celebraba la visita del presidente francés, en 1966. Según los vídeos de época (miren el enlace al final de esta entrada) De Gaulle fue recibido con honores, los tradicionales bailes, collares de flores al cuello, un poco como nos recibieron a nosotros.

Pero no todo fue tan bonito en la visita del mandamás francés. Así lo prueba el siguiente y último número de hoy, la maravillosa canción cantada "Takaroa".


¿Qué es Takaroa? Es un atolón de coral sito en el maravilloso archipiélago Tuamotu, última etapa de nuestro viaje por la Polinesia —y ya casi con el tiempo encima, 25 minutos con 49 segundos nos quedaban—. Las Tuamotu son unas 78 islas y atolones de coral agrupadas en sub-archipélagos como "el grupo Acteón", "Islas del Rey Jorge", "Islas del Duque de Gloucester", y nuestro grupo favorito, las "Îles du Désappointement" o 'Islas de la Decepción', llamadas así porque no son sino atolones de coral difíciles para la vida occidental y el desarrollo de esas bonitas actividades coloniales francesas e inglesas como colonias penales, minas, plantaciones...
Las "Islas de la Decepción" comprenden 3 islas, todas ellas pobladas casi exclusivamente por indígenas, que son:

Tepoto (54 habitantes).
Napuka (257 habitantes).
Puka-Puka (197 habitantes).

Otros maravillosos lugares del archipiélago de las Tuamotu son
Tikehau, Manihi, Fangataufa, Mururoa, Matureivavao, Tenararo, Tenarunga, Vahanga, Anuanuraro, Anuanurunga, Hereheretue, Nukutepipi, Ahe, Manihi, Takapoto, Tikei, Haraiki, Tuanake, Hiti, Taenga, Nihiru, Apataki, Aratika, Arutua, Fakarava, Kaukura, Mataiva, Rangiroa...

Y entre todos estos bellos nombres, Takaroa.

En Takaroa tenía previsto De Gaulle hacer un ensayo nuclear, razón por la que fue a Tahití a entrevistarse, en 1966, con el gobierno de la isla. No es que necesitara el permiso, pero De Gaulle era muy amigo de las formalidades. Entró al palacio del gobierno de la Polinesia francesa y dijo:



-"Bon soir, mireusté, yo venía porque quisiera hacer un ensayo nuclear en algunas de sus islas, tan bonitas, tan vacías, casi casi pidiendo un bombazo..."
-"Ni hablar del peluquín, nuestras islas son paraísos naturales"
-"Ya, pero es que yo soy Charles De Gaulle"
-"¡Hombre, haberlo dicho antes! ¿Cuántas islas necesita usted?"


Pero hete aquí que los ecologistas radicales y presuntamente terroristas del grupo "Otro Tahití es Posible" se enteraron de la noticia y fueron a esperar a De Gaulle al aeropuerto, donde lo rodearon en un círculo de furiosas bailarinas con la cintura desatada y pidiendo sangre, tamborileros violentos e instrumentistas armados hasta las uñas con guitarras, y le cantaron esta canción en favor del atolón:

Takaroa




Dicen las leyendas que De Gaulle, que era un hombre de corazón, dejó caer unas lágrimas mientras sonaba la canción compuesta en honor de aquél islote. Y entonces se enjugó el rostro y, visiblemente emocionado, dijo:

"Hermanos de Tahití, he entendido vuestro mensaje. ¡Vosotros ganáis! No se celebrarán pruebas nucleares en Takaroa!"


De inmediato se levantó un ensordecedor clamor de pahus, toeres, hurras, vítores, bravos, flores, tamures, "¡Ve!" y faldas de bambú al aire (De Gaulle evitó mirar, no deseando saber si aquellas mujeres eran proocidentales o tradicionalistas). El General fue despedido como un hermano del pueblo polinesio.


Y efectivamente, mantuvo su palabra: no se realizaron pruebas nucleares en el atolón de Takaroa. Se realizaron en el atolón de Fantagaufa.











Y con esto nos volvimos a casa. Fue un poco difícil decirle adiós a esta simpática joven:



Pero añorábamos los centros comerciales, el tráfico, los grandes parkings, los edificios de ladrillo, las torres de cristal de 50 pisos, el agua turbia del río, en definitiva, ¡el PROGRESO! ¡la civilización!
Eso, y que Santa Bárbara nos recordó que teníamos a la gata sola en casa.

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Unos vídeos interesantes:
http://www.britishpathe.com/results.php?search=Tahiti

Para los nostálgicos, esta música ha sido editada en CD:
http://www.cordinternational.com/tahiti_dances.htm

Thursday, July 29, 2010

Homenaje a Diego A. Manrique

Sería imposible glosar toda la buena música que nos ha enseñado Manrique a través del Ambigú. Pero más que esta u otra canción, estos u otros artistas; lo que Diego A Punto nos enseñó es una actitud ante la música. Cuando éramos jóvenes malditos de la noche rockera, Manrique se ponía a La Lupe o a Los Amaya y luego se ponía a Albert Ayler y después tal vez algo de rap. Escuchar a Manrique era exponerte a mucha música que no te iba a gustar e incluso ibas a odiar, pero a cambio te llevabas, por programa, una, dos o tres cosas que te volaban la cabeza y te cambiaban para siempre la forma de entender la música. Y así día tras día llegaba un momento en que el virus era ya fuerte en ti y te dabas cuenta de que eras un maldito promiscuo que lo mismo escuchaba cantos árabes que grindcore. Manrique hacía buenas esas palabras de Charlie Parker, que venía a decir algo como "Te dicen que hay unas leyes en la música que no puedes romper. Pero tío, el arte no tiene ninguna frontera."

Recordamos con alegría la primera vez que pisamos la casa de Don Diego A. Manrique, gracias a la amistad que nos une a nuestro amado Diego D. Manrique. La recordamos porque con el primer pie que pusimos en ella pisamos un disco, uno de una montañita que había junto a la entrada y que impedía la apertura completa de la puerta.

Luego hubo ocasión de tratar con él profesionalmente, y 'la maldita timidez' siempre nos ponía un nudo en la garganta, por aquella consciencia de estar ante una persona a la que era mejor escuchar. Debía él de pensar que se hallaba ante el ejemplar perfecto de la pura imbecilidad, impresión bastante certera por otra parte.

Por todo esto le dedicamos a Don Diego A., como humilde homenaje, unas canciones que nos recuerden o nos sugieran las sensaciones del Ambigú:

Una canción enorme que oímos por primera vez en su programa, "Les Cornichons", aún recordamos cómo la explicaba, un picnic, empieza a llover, y todo se va mojando, los chocolates, la radio, el queso, la confitura, el paté... ¡y LOS PEPINILLOS!






Nino Ferrer: Les cornichons



Del mismo E.P., otro tirito:

Nino Ferrer: Mirza


Y en las inmortales palabras de María Antonieta, "ya que estamos con el francés, que sea completo":




Edith Piaf: Jezebel

Wednesday, July 28, 2010

Homenatge a Catalunya




En un bello día como hoy, les proponemos traer a grandes e ilustres catalanes para un sentido homenaje a Cataluña.

Dediquémosle una canción a "LA FIESTA":
La copa de vino


Otro Peret por pura alegría:
Cumaco San Juan (El Gitano Fino)


Y otro:


La Noche del Hawayano


Y una sugerencia de reciclaje para todos esos que en 2012 se quedarán sin trabajo, de parte de Los Amaya:



Cocos

Pedimos disculpas porque sabemos que muchos singols tienen ruidillo a rastro. Quizás podrían limpiarse mejor, pero no quieren.

Tuesday, July 27, 2010

De cómo Cara de Foca trajo el Dengue a América



Cuenta la leyenda que el Maestro Cara de Foca estaba un caluroso día de verano, allá por 1964, en la ciudad de Torreón, Coahuila, México —llamada "La perla de la Laguna", ¡y qué perla!— para interpretar el himno mexicano y otras marchas militares a ritmo de mambo.
Hallábanse el Maestro y su troupe haciendo tiempo hasta la hora del concierto como mejor les gustaba hacerlo: Trasegando cervezas y chicharrones en una cantina.
Mientras bebían y comían, por delante de la puerta del lugar pasó una mujer cantando como un ángel envuelto en la luz del verano. Cara de Foca y sus músicos abandonaron los vasos de cerveza en pleno vuelo -que quedaron suspendidos en el aire unos instantes, rodeados de una suerte de mano de humo- y salieron al quicio a pedirle a la señorita que les cantara lo que fuera que estuviera cantando. La muchacha empezó a cantar

Siempre que pintas iglesias,
Pintas angelitos bellos,
Pero nunca te acordaste
De pintar un ángel negro...


Cara de Foca, extasiado como el que más al escuchar a la muchacha, esperó a que terminara y entonces le soltó el clásico,

-"Señorita, usted no sabe con quién está cantando."
-"Sí que lo sé, ¡Carafoca!" Pues todo el mundo conocía a Pérez Prado, ¿quién no podía conocer, en México, a Pérez Prado?
-"Pues si lo sabe, ¡usted se coge ahora mismo un tren conmigo para el D.F., que vamos a grabarle esa canción!"
-"¡Uy qué ilusión!"
-"¡Pero maestro," intervino un saxofonista, que nunca se podía estar callado en los silencios, "le recuerdo que hoy tenemos concierto!"
-"¡Ah, claro, claro!, el concierto... Bien, señorita, aquí está mi bigote, qué digo mi bigote, mi tarjeta, y mañana a primera hora salimos para la Ciudad de México."
-"¿Cómo?"
-"¡Como un tren!
-"¿Disculpe usted?"
-"Disculpada, en tren quiero decir, disculpe usted."
-"Disculpado."
-"¡Pues celebremos nuestra reconciliación con unas cervezas!"
-"¿Hay chicharrones?"
-"¿Que si hay chicharrones? Pero ¿por quién nos toma usted?"

Y así entraron al bar, recogieron los vasos del aire y brindaron por la señorita Carmen Salinas, futura estrella de la televisión y ocasional cantante y bailarina con la orquesta de Cara de Foca. Se pusieron tan morados a chicharrones que esa noche en el concierto los mambos les salieron un poco distintos, pues el Maestro hipaba en los momentos más extraños y la orquesta le seguía, claro. Así que Cara de Foca, viendo que el público aplaudía mucho, tuvo la idea de un nuevo ritmo.

Hacia 1965, año de grabación de este e.p., el señor Cara de Foca estaba ya un poco harto de la fiebre del mambo, y le entró la del renovarse o morir. Así que inspirado por la experiencia de los chicharrones, inventó dos nuevas fiebres: La del dengue y la del baklán.
En este E.P. pueden escuchar a Carmen Salinas con la Orquesta de Pérez Prado haciéndose unos fantásticos dengues, entre ellas el gran jit de verano "Cuando Calienta el Sol" y un maravilloso "Dengue Italiano". ¡Caramelo para tu boca!


Cuando Calienta el Sol


Angelitos Negros


Dengue Italiano

Celos



Y aquí pueden ver a Carmen Salinas bailando el paso baklán:



Y aquí otros maravillosos dengues:

Pérez Prado presenta por primera vez el Dengue:



¡Más madera! ¡Es la Denguerra!:

http://www.youtube.com/watch?v=dd3Wnf8o4gQ&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=RwzWUesOBLY&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=pD4BrxU3jgk&feature=related

Monday, July 26, 2010

El origen de la Cumbia




Existen dos teorías sobre el origen de la cumbia. La primera es la oficial, traducida de Wikipedia:


La cumbia es una música de origen africano, posible descendiente del cumbé guineano. Su ritmo se encuentra ya en músicas de los Yoruba, específicamente en el ritmo asociado al dios Obatalá. La cumbia empezó en Colombia y Panamá, cerca de Cartagena durante el periodo colonial.
Los esclavos africanos fueron influídos por sonidos de instrumentos del nuevo mundo, de las tribus Kogui y Kuna, que vivían entre la Sierra Nevada de Santa Marta y los Montes de María, en Colombia, y Kuna Yala en Panamá. Instrumentos tomados de estas tribus del nuevo mundo son los flautos de millo, la gaita (no la española sino la llamada 'kuisi', otro tipo de flauta), y los güiros. La interacción entre africanos y nativos del nuevo mundo bajo el sistema de castas español creó una mexcla de la que salió el gaitero (intérprete de cumbias), con una identidad ya definida en el siglo XIX. Las guitarras europeas se añadieron después por influencia española. Y según la leyenda, los acordeones se añadieron cuando un carguero alemán que llevaba estos instrumentos (¿a dónde, ché?) naufragó y una oleada de acordeones llegó a la playa con la siguiente marea.



Esa es la teoría más extendida. Pero recientemente ha sido puesta en duda tras los inapelables documentos aportados por la llamada "Hindipótesis", desarrollada por el Profesor Bacterio de la Universidad de Miskatonic.

Su teoría a grandes rasgos dice lo siguiente:

Allá por el 1465 un príncipe mercader hindú llamado Laxmikant Pyarelal Shantaram Kudalkar Ramprasad Sharma (en adelante L.P.), aburrido del lujo del palacio de Bombay (el famoso "lujo asiático"), inapetente ante el harén de vírgenes que se acumulaba en sus alcobas; decidió embarcarse en una aventura comercial arriesgada. Vendió todas sus pertenencias y compró un cargamento de té con el que se hizo a la mar.

L.P. tenía un gran olfato comercial y pretendía llegar a las costas del norte de Inglaterra, de donde había oído leyendas de una raza legendaria de adictos al té que pagaban cantidades inconcebibles por una simple bolsita de té de Earl Grey (que lógicamente aún no se llamaba Earl Grey). Esta raza habitaba las costas de la región inglesa de Cumbria, justo al sur de Escocia. Sí, quédense con el nombre, quédense.

Pero L.P. era además un hombre instruído, arriesgado y emprendedor, y no se creía las viejas leyendas védicas que postulaban que el mundo tenía forma de icosaedro (según la escuela de Delhi) o de dodecaedro (según la de Calcuta). Al contrario, él creía que esos imaginativos herejes de su natal Bombay, que hablaban de una tierra redonda, casi completamente redonda aunque achatada por los trópicos, habían de tener razón. Por eso se hizo a la mar con un objetivo:

Encontrar una nueva ruta de la India a Inglaterra, saliendo de la India hacia el Oeste, y rodeando el globo terráqueo.
Calculaba que el viaje duraría unos 20 días, si no había excesivo tráfico en las siempre difíciles vías de salida de Bombay, especialmente los fines de semana. Consiguió reclutar un nutrido grupo de mercaderes arriesgados, y en tres barcos se hicieron a la mar.

El viaje fue bien la primera quincena y hoy sabemos que L.P. atravesó el Pacífico sin novedad destacable. Pero entonces amainó el viento, y durante diez días los marineros navegaron sin rumbo por un mar en calma chicha. Hubo quien creyó ver un albatros. Hubo quien se tiró a los tiburones. Todo fue horrible y obsceno. Pero al fin se levantó el viento y echó a andar llevándose a las barcas hacia el ansiado Este.

Dos días después, el viento empezó a convertirse en un huracán y se desató una tormenta terrible. El mar se alzaba ante los ojos de los aterrados marineros con inmensidad de brazos azules e inmensos como si de Vishnú se tratara, y se rompía sobre los barcos con una violencia insoportable. L.P. vio cómo uno de los barcos era arrojado al interior de un maelstrom. El otro barco se perdió para siempre de vista. Tras un día entero e interminable bajo la inaplacable tormenta, alguien gritó, demasiado tarde, "¡Tierra!". Un instante después el barco de L.P. chocó contra un arrecife y empezó a hundirse. Los marineros y mercantes se arrojaron al agua para perecer de inmediato entre las olas y las increíbles criaturas que se veían asomar.
L.P. se agarró a una de sus cajas de té y se dejó llevar por la marea.

Pasó tres días en el mar, creyendo morir, torturado por la idea de ir montado en toda esa cantidad de té y no poder beber nada. La tormenta amainó y al tercer día divisó tierra. La marea lo llevó, a bordo de su caja de madera, hasta depositarlo mansamente en la orilla. Era un día de octubre de 1565. Una vez allí dio las gracias a Ganesha y, descubriendo un arroyo que desembocaba en la playa desierta, se dispuso a abrir su balsa por ver si podría hacerse un té. Con tristeza descubrió que todas las bolsitas de té, empapadas y llenas de sal, estaban completamente arruinadas.

Pero había salvado la vida. L.P. se encaminó al interior. Había desembarcado, sin saberlo y creyendo estar, según sus cálculos, en Inglaterra, en la Bahía Chocó, en lo que hoy es Colombia.

No tardó en encontrar un grupo de indígenas. Éstos lo llevaron a sus poblados y lo trataron bien, pero no había manera de comunicarse. L.P. estaba contento pero seguía convencido de hallarse en Cumbria (hay que tener en cuenta que esto era antes de que los ingleses fueran turistas asiduos de la India y que L.P. no sabía absolutamente nada de aquél país más que lo que las leyendas le habían descubierto). Dos hechos lo ayudaron a congraciarse con las tribus:

-Primero, en la selva descubrió una planta, parecida al té, que los locales llamaban "coca". Recogió las hojas y preparó una infusión, esperando que el sabor resultara similar al del té para quizás poder venderlo en Cumbria. El té agradó mucho al propio L.P. y a los indígenas, que poco después empezaban a hablar rápida y frenéticamente, con mandíbulas desencajadas y ojos enrojecidos, y sin parar de abrazarse unos a otros.

-Segundo, L.P. notó el gusto de los locales por la música, que hacían con unas flautas de madera llamadas 'kuisi'. Pronto aprendió el dominio de este instrumento y les enseñó el ritmo de moda entre las clases bajas (los intocables) de su Bombay natal, la música más popular en las teterías de más baja estofa. Los indígenas aprendieron pronto este increíble y pegadizo ritmo, que les pareció maravilloso. Como prácticamente la única palabra que salía de sus labios era "Cumbria", convencido como estaba de hallarse en Inglaterra, los locales empezaron a llamarle a él Cumbria, y al nuevo baile de igual manera en su honor. Así nació la "cumbria" que con el tiempo derivaría en la Cumbia que hoy conocemos.

Una anécdota más resulta de interés. Tres décadas después, L.P. había viajado a lo ancho y a lo largo de toda la zona norte de Colombia y el sur de Panamá, enseñando su ritmo, la "cumbria", que volvía locas a todas las tribus. Precisamente en la costa atlántica del sur de Panamá, conocida hoy como Kuna Yala, cuya simpática bandera se puede ver encabezando esta entrada, se hallaba en 1502, cuando llegó a las costas una embarcación extraña. En ella iba Cristóbal Colón, cansado y amargado porque nadie creía ya en su teoría de las Indias. Por eso fue que cuando Colón vio a L.P., con sus rasgos inconfundiblemente hindúes, se arrojó a sus brazos llorando de alegría y gritando "¡Las Indias! ¡Las Indias!" Lógicamente la mención a su país dejó en éxtasis a un ya anciano L.P., que lloraba y reía y se abrazaba a él gritando "¡India! ¡India!"
Así, Colón pudo volverse a España alegre y convencido por fin de haber hallado las Indias.
L.P. permaneció en la zona hasta su muerte pocos años después. A su entierro acudieron millares de indígenas y se formó una tremenda fiesta, en la que el té de coca y la cumbria fluyeron durante días y días.


Esta es la teoría del Profesor Bacterio, que podríamos calificar de absurda si no fuera porque se apoya en un documento sonoro incontestable, la única Cumbia India que sobrevive en la actualidad, y que deja claro el origen del popular estilo musical:

¡LA CUMBIA INDIA!


http://www.zshare.net/audio/78702985f289933e/

Sunday, July 25, 2010

¡Arrastro!



La señora Tootie y su servidor han encontrado un rastro y no caben en sí de gozo. Desgraciadamente sólo durará lo que el verano, con lo bien que estaría poder ir a buscar discos a 20 grados bajo cero... Imagínense, todo helado, pelado, nevado, muerto, y uno levantándose el domingo y diciendo "¡pues me voy a hacer un rastro!" Sería como sentirse un Dios.
Por eso hay que aprovechar mientras se pueda y por lo pronto hemos ido ya dos domingos seguidos: se palpa una nueva tradición. No será como en Madrid, y menos sin nuestros amigos, nuestras cañas, etcétera... Pero ¡tenemos un rastro!
Hoy hemos vuelto con un buen taco de singols y una bola del mundo.
Para celebrarlo, aquí tienen una cancioneta apañada de un singol. No es de los que ha caído hoy, este se vino con nosotros desde el Perú. Estábamos pensando cómo inaugurar esta dinámica ahora que hemos aprendido a grabar singols, y lo hemos hecho a nuestra manera: Metiendo la mano al mogollón y a ver qué salía.
Desconocemos el año de grabación y lo ignoramos absolutamente todo del grupo, llamado, atención,

Los Átomos de Paramonga

Aquí los tienen con el hit "Cumbia Árabe", que lo disfruten.

http://www.zshare.net/audio/78682986efa04fe8/

Sunday, July 4, 2010

Menuda Lata

¿Cómo explicarle a un indio su música sin hacer el indio?
¿Cómo pasar el día en Canadá sin dinero del Canadá?
Preguntas que todos ustedes se hacen, preguntas que tienen respuesta aquí:



El pasado sábado Tootie B. y su servidor nos sentimos intrépidos y nos fuimos nada menos que al Canadá. El tenerlo a 2 horas en coche no le resta un ápice de novedad a la hazaña. Fue un día de estrenos:

-Estrenamos nuestro coche, el Huevo Azul,
-Estrenamos frontera (la tienen bien guardada, les faltó preguntarnos si llevábamos calcetines o pensábamos comprarnos allí),
-Estrenamos cataratas: las del Niágara, recordando con extraña nostalgia que mis señores progenitores habían estado allí antes de progenitarme. Paramos poco y no nos mojamos mucho, pero comimos a la ribera del río tan ricamente viendo los rápidos y una señora muy rara y muy rápida haciendo jogging. Lo más raro fue comprobar que el lado que tiene todos los megahoteles y torres horrendas y la más descarnada fallsploitation... ¡es el canadiense!
-Estrenamos Toronto y nos gustó un montón. Fuimos a ver cómo lo había dejado el G-20 que pasó por allá la semana anterior (como Atila, así), a preparar el recibimiento a la Reina Dinglaterra que iba al día siguiente, y a pasar calor y comprar discos. Por cierto, ¿A que no sabe usted lo que se ve desde la torre más alta de Toronto?


La capital de Ontario (es un dato) nos recordó un poco a NY, otro poco a Londres y otro poco a San Francisco. Por una parte fue una bofetada, ahora ya no podemos pretender que Rochester es una 'ciudad', una verdadera urbe nos ha puesto en nuestro lugar. Pero por otra parte, ¿quién necesita hipsters? ¿Quién quiere a su alrededor la continua presencia de gente más guay, más joven, más guapa y más enterada que uno?

Hubo decepciones: todas las tiendas de discos, basura moderna todas excepto quizás Sonic Boom.
Y hubo grandes alegrías:



En San Google al buscar 'Tiendas de Discos Torontonteras' apareció una cosa llamada 'Tienda de Discos India'. Nos dijimos que eso había que verlo, aunque las probabilidades fueran, por orden de probabilidad:
a) no existirá ya
b) nunca existió
c) si existió y aún existe, estará cerrada
d) si existe y está abierta, sólo tendrá, puagh, CDs.

Ahora no nos malinterpreten, escupan y tachen de esnobs, que no tenemos nada contra los cedés en sí. El problema que tienen los cedés es que son apabullantemente de música nueva. Y contra eso tenemos un problema.

La dirección era de la calle pero no aparecía número. La Dra. Watson y su servidor intuímos que debía de ser por un barrio "Pequeña India". Genios que somos. ¡Bingo!


Ya la llegada anunciaba algo interesante. Las calles olían a gloria con comino y gloria con cúrcuma, y recibimos un mensaje de Doña Nueva Yol mientras caminábamos a la tienda: "GOOOOOOL DESPAÑA!"


Cuando eres dEspaña, no es exactamente difícil explicarle a alguien que no te interesa mucho el fútbol: Es del todo imposible, así que nos dejamos llevar y al entrar a la tienda vimos que tenían la televisión puesta con el partido y unos niños y un señor con turbante (posible idealización de la memoria ya que era claramente hindú) mirando cómo acababa de marcar España. Nos lo habíamos perdido por segundos, pero como nos importaba tres centavos canadienses el gol en sí y no digamos el fútbol, lo importante era la vibración electromagnética transmitida herzianamente a nuestros cerebros que decía "hoy es el día despaña, hoy es el día despaña"... Y su servidor es muchas cosas que ni le van ni le vienen, y una de ellas es español. Así que creyéndonos el mensaje herziano-balompédico, nos crecimos:

- "Oiga, ¿vinilo tienen ustedes?"

- "Sí. Ahí abajo"

Sí sí sí sí, ahí abajito, dos estantes repletos. PENALTY. Bueno, calma.

- "¿Y no tendrán singols?" (Porque tenemos una minicolección de singles de bollywood gloriosos...)
-"Algunos tengo... ¿Qué busca usted?"
-"Pues lo típico... Lata Mangeshkar..."
- "No"
- "...Asha Bhosle..."
- "No"
- "...Mohamed Rafi..."
- "No".
- "Vaya por Dios."
- "Es que eso la gente se lo queda, no tengo nada de eso. En LP quizás sí haya algo. Mire usted por ahí y mientras yo voy a sacarle los singles que tengo."
- "Digo".

¿Qué significará en indio "quizás haya algo"? Empezamos a buscar y a sacar discos y discos y más discos con los nombres de Lata, Asha, Mohd, Kishmore, Usha...



¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLGOLGOLGOLGOLLLLLLLLLL!



Decenas de discos a precio razonable, y el taco de singols que ha sacado, cinco ná más, pero todos Ashas y Latas. Pedimos la hora y precio así de conjunto, un descuentito, un chollete. Los dos hindúes (eran dos, sí, ya lo sentimos) dicen que ni hablar. Son duros. Al final dicen que me regalan alguno si eso. Hacen precio total, no excesivo para lo que hay aunque sí para nuestra economía, pero hay que comprarlo, eso no se puede quedar ahí. Nos regalan un par de discos y un singol.

Volvemos a casa, todo lo demás es irrelevante, ni Reinas Dinglaterra, ni degenerados canadienses con las banderas despaña (¿cuántos vimos? ¡a patadas! No se ven tantas banderas despaña ni en Madrid... llevar la bandera de tu país es bastante cretino de por sí, pero ¿y la de otro país? ¿es tendencia juvenil?), ni la estupenda cena (india y vegetariana, como Brahma manda). ¡Vámonos corriendo a casa!

Cruzamos frontera, el guardia nos pregunta qué hemos hecho, que "si los discos son todos vinilo"... no tenemos ni puñetera idea de cómo sabe que son vinilo, no le hemos dicho nada, pero al llegar a la aduana un flash de luz (roja, claro, que era el día despaña) nos cegó... ¿nos escanearon con una tecnología que no alcanzamos a comprender? Nos preguntaron

-"qué tipo de discos",
toma, esta es la nuestra, te vas a cagar ahí en la garita, hombre,
-"de Bollywood",
-"¿Mande?"
-"BOLLYWOOD"
-"Ah, en ese caso, pasen ustedes."

Más simpático en todo caso que la aduanera de la ida, que nos preguntó, a cara de chien, "¿y qué van a hacer? ¿comprar? ¿tienen dinero canadiense? ¿y cómo piensan comprar sin dinero?" Buena pregunta... ¿habrá oído hablar usted de unas cosas llamadas tarjetas de crédito? Es posible que aún en Canadá no hayan tenido el éxito que en otros países...


Bueno, llegar tarde y al día siguiente levantarse para escuchar los discos... Con miedo, porque eran de los 70, y eso ya es una época demasiado moderna y de la que en Casa Santa Bárbara no queremos saber mucho... Pero confiábamos en el instinto, y en Lata, y en Asha, y en Rafi, y en Kishmore Kumar y en Usha Mangeshkar y en otro disco de esa posmoderna época que teníamos por casa.

Y todos gloria bendita. Todos.

¡YAHTZEE!




La cosa más curiosa de todas fue fue cuando los tenderos hindúes o indios (nunca sabe uno qué es más correcto) nos vieron claramente el plumero del interés sesentero/setentero y que no queríamos saber nada de lo más moderno. Mirándonos bonachona y desconcertadamente nos dijeron:
- "sí, hay mucha gente que tiene interés en los discos de los 60 y 70..." y, con franqueza, sinceridad en los ojos e inocencia en la sonrisa, van y nos preguntan, ELLOS, a NOSOTROS, "¿Por qué?"


De piedra nos quedamos. "No, es que esto es muy moderno..." Un par de incoherencias y ya nos dejaron en paz.
Nosotros pensábamos que Lata y Asha y Rafi serían diosas absolutas en su país, como Omm Khaltoum en Egipto. Y que no había que dar ninguna razón para explicar por qué sus discos (que no son pocos: las hermanas Ata y Lasha se disputan en el libro guinness el record a la persona con más grabaciones jamás registradas) los debe buscar toda gente de bien, sin más palabras. Lata, Asha, Mohamed, Kishmore, Usha. Eso es una selección y lo dEspaña es marear el balón.




¡Viva Bombay!