Repetimos ADVERTENCIA: estos discos suenan con un distinguible ruido de fondo. Creemos que los tesoros que contienen justifican la escucha, pero les presentamos nuestras disculpas de antemano.
También pueden verlo por el lado positivo: Hoy todo el mundo quiere volver al vinilo y gozar de la pátina de autenticidad que da ese sonido añejo y vintage. Pues aquí lo pueden disfrutar ustedes sin necesidad de tocadiscos. Aún hay más: si son ustedes pinchas (o diyeis) pueden quedar como reyes de lo auténtico y lo original haciendo como que ponen un singol y sacándose estas canciones del cederrón o el aipod. Todos mirarán hacia la cabina con envidia y deseo lúbrico y lascivo. Especialmente a partir de los 70 años (del público, no de usted pinchando). Es una garantía santabárbarabendita™, mano de santa.
Posible idealización de la situación anterior: cómo le mirarán cuando usted escuche estas canciones.
Amén de steel guitars, de bailarinas de hulas, de ukuleles, de ‘uli‘ulis, ka‘eke‘ekes e ipus, si algo hay en la música de Hawaii es falsetes.
(Esto que tocan estos señores es un Ipu, el instrumento de percusión más común)
El falsete es una institución del canto hawaiiano. La mayoría de los cantantes más famosos son tremendos falsetistas. No se sabe bién cuándo empezó esta locura falsetista. No se sabe con seguridad que haya falsete en los mele (cantos) primitivos, aunque se teoriza que en los cantos que precisaban de voces masculinas y femeninas podría haberse usado el falsete para imitar la voz femenina. Se habla de posibles influencias rusas, españolas… En todo caso se sabe que la fiebre empezó a finales del siglo XIX. Henry Berger, el alemán que dirigía la Royal Hawaiian Band, enseñaba yodel a sus cantantes. Hacia 1890 el falsete con yodel era ya muy popular. El falsete hawaiiano —a diferencia del ‘occidental’ que trata de suavizar el cambio de registro— potencia la ‘ruptura’ entre el registro normal y la voz en falsete, exagerando ese momento de ruptura. También se enfatiza el yodel, que gusta un horror. Tan importante es el falsete que la mayoría de instrumentos que han triunfado en la música hawaiiana (la steel guitar es un caso claro) lo han hecho porque son el acompañamiento perfecto para imitar las subidas y bajadas de la voz hawaiiana.
En la anterior entrada ya pudieron oír el falsete de Joe Keawe. El propio John Almeida tenía un legendario falsete que hacía a las audiencias enloquecer y tirarle dinero al escenario. Pero desgraciadamente entre nuestros archivos no hay un Almeida con falsete. A pesar de esto, hoy volverán a encontrarse con él.
Para esta entrega les traemos a tres titanes del género. Aquí tienen a dos:
Molokai
Naka Pueo
Ahora, sin hacer trampas, dígannos, ¿cantan hombres o mujeres? Marquen su respuesta:
[__] Cantan dos hombres.
[__] Cantan dos mujeres.
[__] Cantan dos hombres, de unos 30 años, rubio el primero y moreno el segundo.
[__] Cantan una mujer con tendencia al sobrepeso y un varón de quince años.
[__] Cantan dos castratti.
La respuesta correcta es que cantan dos hombres: El propio Joe Keawe y John Piilani Watkins. Aquí tienen la prueba:
Hoy les vamos a hablar brevemente de estos dos falsetistas cuyas carreras se desarrollan de mediados del siglo XX en adelante. También les hablaremos de “El ruiseñor hawaiiano”, Lena Machado.
Escuchen, escúchenlos de nuevo:
Papalina Lahilahi (Your Caressable Cheeks)
Nana Kuli
Tanto Joe como John se forman en el ‘nido’ de Almeida en 49th State Records. Ya dijimos que el ciego maravilloso fue un descubridor de tomo y lomo. Joe empezó su carrera en 1945 y ante todo fue cantante. Por cierto, efectivamente está relacionado con la simpar Genoa Keawe, al ser pariente del marido de Genoa. Esto es todo lo que sabemos de él. Aquí tienen otra vez su voz en una composición de Johnny Noble:
Kukuna Oka La
John Piilani (o Pi’ilani) Watkins fue muchas cosas más que cantante: bailarín, profesor, compositor, cantaor (de cantos antiguos o meles), coreógrafo, etc. En 1955 se llevó a 48 bailarines a Nueva York, a Broadway. Giró por Japón (donde la música hawaiiana siempre ha tenido mucho público) y otros lugares de Asia. Se le recuerda especialmente como Kumu Hula (“Maestro y Profesor de Hula”). Murió a los 54 años, en 1983. Escribió muchas hulas que aún son populares y grabadas por nuevos artistas. Una de las más famosas es el "Hana Chant":
Hana Chant
Pero las preguntas que todos ustedes se hacen son: “¿Cómo llegan dos señores a tener esta voz? ¿Qué puedo hacer yo para cantar así?”
La respuesta que nosotros aventuramos, sin ninguna base en la realidad conocida, es que ambos aprendieron de la inimitable Lena Machado, el “ruiseñor de Hawaii”.
Lena Machado (1903-1974) fue una maravillosa cantante y compositora cuyo falsete-soprano es legendario (aunque en las mujeres se discute el término falsete y algunos prefieren llamarlo ‘head voice’, que no tenemos ni idea de cómo traducir, ¿‘voz cabezona’? ¿’testavoz’?). Su reinado se extendió principalmente entre los años 30 y 40. Ella no aprendió a cantar con ningún maestro (les revelaremos cómo en unos instantes). Su influencia llega hasta el final del siglo pasado gracias a numerosos/as cantantes que siguen su estilo. Cantó en Nueva York, Chicago, la Exposición Mundial de San Francisco donde recibió un premio de honor a la artista más popular de la feria, Asia, todo el Pacífico… Era popular entre los soldados, ya que durante la Segunda Guerra Mundial su show de radio se emitía por todo el mundo a las tropas americanas, y viajó a varias bases para entretener a las tropas.
Les dejamos al final de esta entrada un maravilloso recopilatorio de sonido impoluto con el que podrán conocer mejor al “ruiseñor hawaiiano”. Entretanto, aquí tienen 3 celebérrimas canciones compuestas por ella, en las voces de Joe Keawe, George Naope y Genoa Keawe:
Holo Waapa
Hupe Kole
Kauoha Mai (The Keyhole Hula)
Lena Machado venía, opinamos nosotros, de España, de la misma familia de Antonio y Manuel, pero de la rama aventurera. Pero lo que nos interesa es su rol de profesora de canto, rol que adoptó tras la guerra. Porque nosotros creemos que ella fue quien enseñó a cantar a Joe Keawe y a John Watkins, y que la cosa fue más o menos así:
Dice la leyenda que cuando Joe decidió ser cantante, fue a buscar a la mejor maestra de las islas: Lena Machado. Se contaban historias míticas sobre su escuela de canto, situada en algún lugar remoto e ignoto de la falda del volcán Mauna Loa en la Gran Isla de Hawaii. Joe se dirigió hacia allí y tras meses de búsqueda logró dar un día con el lugar donde vivía la Gran Maestra. El volcán humeaba ligeramente, creando las únicas nubes en un día soleado y caluroso.
-“¿Quién eres y qué buscas aquí?”
-“Soy Joe Keawe y he venido para aprender los secretos del falsete.”
-“¿Tarifa estándar o reducida?”
-“Reducida. Tengo unos cupones del Supermercado de Honolulu.”
-“Necesitaré doscientos leis (collares de flores)…”
-“Los tengo aquí.”
-“Cinco caracolas para hacer 'pu'...”
-“Aquí están.”
-“Dos botellas de orujo…”
-“¡Nunca salgo de casa sin tres!”
-“Un par de vales descuento para ver a la Royal Hawaiian Band…”
-“¿De palco o general?”
-“Si has de preguntarlo, no eres digno de mi enseñanza.”
-“Por supuesto... Casualmente tengo dos aquí en el calcetín.”
-“Un millar de dientes de perro para hacer Kupe’e Niho ‘Ilio…”
-“Los traigo en esa mula.”
-“… Y mil doscientos cincuenta dólares de los de aquél entonces.”
-“¿Vale si le firmo un talón?”
-“Fírmame mejor la planta. En el talón se borra antes.”
-“¿Es todo?”
-“Sí… Ah, no, qué cabeza la mía… Se me olvidaba un detalle... También has de traerme tres bebés recién nacidos y sacrificarlos a Pele”
-“Ah… Bueno, pues vuelvo en un momento…”
Joe bajó al pueblo más cercano, vio 3 bebés que dormían junto a la tapia de un convento y los agarró antes de que los perros pudieran reaccionar y reclamar su propiedad.
Seis horas después estaba de vuelta ante la cueva de Lena.
-“Aquí están los bebés…”
-“Sube y arrójalos al cráter del volcán…”
-“¿No se les puede arrojar desde aquí? Yo creo que llego... Son las 2… hace mucho calor…”
-“Por lo visto aquí hay alguien que no quiere saber cantar… y no miro a nadie...”
-“Está bien, está bien...”
Keawe subió, tiró los bebés al cráter y volvió. Se sentía algo mal, pero no sabía por qué. Poco después pensó que quizás tuviera algo que ver con los bebés. Días después se atrevió a preguntarle a Lena:
-“Maestra mía, ¿Era… era necesario… lo de los niños?”
-“¿Sacrificarlos dices? Bueno… No, realmente no es estrictamente necesario… pero siempre es más divertido. Además ayuda a separar el grano de la paja.”
-“¿No hay otra forma?”
-“Bueno, elegiste la tarifa reducida, zagal. Ahora no te quejes.”
Cinco años después, Joe conocía los secretos del canto y pudo volver a la civilización.
Pero por aquella misma época llegó a la escuela de Lena Machado otro aprendiz: John Piilani Watkins. Watkins eligió la tarifa estándar. Lena le hizo desnudarse, tumbarse al sol y cerrar los ojos. Así había estado Watkins durante dos horas cuando recibió una increíble pedrada volcánica de mano de Lena en cierta parte del cuerpo —las fuentes de la leyenda se contradicen, una menciona “el píloro”, otra “el esternón” (en hawaiiano son palabras similares) y la última un “lugar inefable y abominable”—. Como fuere, el caso es que Watkins nunca volvió a cantar sin su distinguible falsete. Para nuestra fortuna.
En esa época nació la rivalidad entre ambos cantantes. Ahora pueden juzgar ustedes...
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Escuchen a Lena Machado en un disco maravilloso:
http://rapidshare.com/files/397663392/Lena_Machado_-_Hawaiian_Song_Bird.rar.html
Fuente:
http://toroyloco.blogspot.com/2010/06/na-lei-o-hawaii.html
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planificación familiar hawaiiana
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