Wednesday, September 29, 2010

El Estado 49 (V): El cante jondo del Hawai'i

Templo en la isla de Hawai'i. Ilustración de John Webber, el primer artista europeo que pintó Hawai'i (1816)
  
La música que hoy llamamos "hawaiiana" es sólo la música desarrollada desde finales del siglo XIX y fundamentalmente en el siglo XX; y está ya influenciada por la música 'occidental', desde la forma de cantar a los instrumentos: el ukulele o ‘pulga saltarina’ tiene su origen en Portugal; la guitarra viene posiblemente por vía de los ‘paniolos’ o vaqueros y rancheros ‘españolos’, mexicanos en realidad (¡ya en el siglo XVIII el mundo estaba confundido sobre lo que es un español y cuándo aplicar el término!).... Los dos elementos más impepinablemente autóctonos de la música hawaiiana son la steel guitar, invento que sí se origina en las islas y después se extiende mundialmente; y el 'canto' tradicional o mele.
 
La palabra mele significa "canción, canto de cualquier tipo, poema; cantar, recitar". Es el canto hawaiiano autóctono, anterior a la música de ukelele y guitarra, básicamente la música del siglo XIX (la anterior, por no haber sido registrada, es desconocida). Curiosamente, aunque la población de Hawai'i venga mayoritariamente de la Polinesia (en dos oleadas de inmigración entre los siglos IV y XIII, la primera de las Marquesas y la segunda de las Islas de la Sociedad, ambos archipiélagos de la Polinesia Francesa), y aunque todos los instrumentos de percusión sean similares, se da la circunstancia de que lo que es tradicional en Hawai'i (el canto) no lo es en la polinesia francesa (donde lo ‘auténtico’ es la percusión).

El mele es la base fundamental de la música hawaiiana, es la expresión de la religión y la poesía."Poesía" y “oración” son términos equívocos, ya que todo poema y rezo se cantan o recitan (y eso, amigo lector, ese medio cantar medio recitar... eso es exactamente el mele). Había cantos —con esas funciones sociales y religiosas— para todo: para la fertilidad, para los lugares especiales, para las personas especiales, para los dioses, para recordar a los ancestros… En Hawai'i todo era cantar y posiblemente coser: “La gente de entonces rezaba constantemente: por la mañana, al mediodía, por la tarde, en mitad de la noche”. En estos mele, las palabras eran esenciales y el compositor y el intérprete debían tener muchísimo cuidado con su pronunciación y composición. Un dicho hawaiiano reza “en la palabra hay vida, en la palabra hay muerte”. Las palabras contienen mana, digamos ‘fuerza vital’, energía; y esto a los dioses no les gusta que se desperdicie por ahí sin ton ni son. Oigan lo que es un mele con el mana bien puesto:

canta: George Naope

Kealakekua Bay and the Village Kowroaa, John Webber, 1779
Tipos de mele:

Hay muchísimos tipos de mele pero se pueden resumir en dos, como los mandamientos: Mele hula (cantos con alguna instrumentación y hula, es decir, baile) y mele oli (cantos sin baile). Dentro de ambos, hay una infinidad de estilos: cantos para rezar, cantos de nombres (para animales, individuos o lugares), cantos de genealogía (donde suponemos que se recitarían todos los nombres de los antepasados familiares), cantos de amor, lamentos, cantos de profecía, cantos de guerra, cantos de nacimientos, cantos despectivos, cantos de juego… y los que tal vez sean nuestros favoritos: los cantos genitales, donde se alababan los órganos sexuales de una persona. Y dentro de cada uno de estos tipos, otro montón de subtipos. Esta mareante profusión tipos de canto y términos para cada tipo se agrava con el hecho de que había más de un nombre para cada tipo de mele, dependiendo de cada isla, cada pueblo, tal vez de cada familia: “Mi padre a este canto lo llama hula manai. Igual con otra persona es otro nombre,” decía una informadora. 


Características de la poesía, el mele y el hula

Las características básicas de la poesía son la repetición, la asonancia terminal, tersura en las imágenes, y la profusión de kaona (dobles sentidos y dobles significados: así, una lluvia o un aire fresco, que nos suenan inocentes en una canción, normalmente son símbolos para el acto sexual). La repetición es de sonidos y no de palabras. Repetición muy natural dado que el hawaiiano tiene sólo ocho consonantes y cinco vocales (diez si consideramos larga y breve como dos vocales distintas). Las vocales son el 67% de todos los sonidos en el idioma, y la ‘a’ representa el 27% de los sonidos del idioma hawaiiano. La rima y los patrones métricos no abundan en el mele.
El mele se caracteriza por la monotonía (en el sentido original del término, no en su connotación despectiva), por variaciones e inflexiones tonales inferiores a un semitono, y por una gran cantidad de ‘cualidades’ difíciles de medir pero esenciales para los hawaiianos, tales como “entrecorte”, “pronunciación clara”, “reduplicación”, “imitar el llanto”, “tenue”, “boca abierta y vibración”, “temblor”, “énfasis”, “vibración”, “ruptura”, “fantasmalidad”, “ondulación”, “garganta profunda”, voz suave y dulce”, “suspiro”, “autocontrol”, “cloquear”, “trinar”, “tonos del viento de poniente”, “gorjear”, “rugir”… Elizabeth Tatar hizo un análisis interesante del mele en el que sustituyó la notación musical occidental por gráficos como estos:


El hula (danza) fue traído de Tahití junto con el pahu (tambor) por la diosa Laka o La’a. Los bailarines de hula aprendían en escuelas que tenían reglas muy estrictas, “Los bailarines no podían lavarse ni cortarse el pelo o las uñas durante todo el periodo de entrenamiento. El contacto sexual no estaba permitido. Los tipos de vestidos seguían unas ciertas reglas”. El hula dependía enteramente del canto, básicamente el baile es una pantomima del texto del mele en movimientos estilizados.
Pua Hau O Maleka
Canta: George Naope



A Chief on the Sandwich Islands, Webber, óleo, 1787


Breve historia del mele y el hula

No se sabe bien cómo era la música antes de la llegada (1778) y posterior muerte del capitán Cook a manos de los nativos, pues estos antiguos cantos van cediendo terreno ante el empuje de los himeni o himnos religiosos, y en general de la música tonal, occidental, y no autóctona. Es obvio que son la música más puramente hawaiiana que hoy le queda a esta cultura, pero incluso estos mele no se dan ya en un contexto puramente hawaiiano sino en “un contexto ampliamente culturizado que promueve los tipos y estilos musicales de la “música urbana”. Los mele serían en su origen pertenecientes a una sociedad totalmente rural. Así, para la música de la que ha quedado registro se puede hablar de una etapa “no urbana” o primeriza de la música hawaiiana (de 1850 a 1930) y de un periodo urbano (más reciente: 1920-actualidad). 




Casa de Hierba, por Louis Choris, uno de los primeros pintores europeos de Hawai'i


Pero la historia de la música hawaiiana en lo que toca al mele se puede dividir en tres etapas:

1) Música antes de 1820, el año de llegada de los misioneros cristianos (principalmente de Nueva Inglaterra). Un año antes, tras la muerte de Kamehameha I, se había abolido el sistema de kapu o tabúes y prohibiciones de la religión pagana. Kamehameha I fue el primer Rey de Hawai'i (todavía llamadas Islas Sandwich por los europeos), unificó el gobierno de las islas, que antes eran cada una de su padre y de su madre, e inauguró la dinastía real que duraría hasta 1898.  Era muy amigo de la tradición y el kapu, aunque por otra parte erradicó el canibalismo, condenando a un montón de chefs tradicionalistas al desempleo y la marginación.
Los exploradores anteriores a esta fecha hablan de actuaciones a gran escala donde 200 mujeres mantenían “una perfección unísona de voz y movimientos… Era imposible, hasta en el doblarse de un dedo, distinguir la más mínima variación entre ellas. Sus voces eran melodiosas, y sus acciones tan innumerables como, para mí, indescriptibles.” 

El Rey Kamehameha de las Islas Sandwich, por Louis Choris.


2) De 1820 a 1872, el periodo de transición y desarrollo:
Llegan los misioneros e introducen una nueva forma de cantar y de entender la música: el himno. 
“Los himnos, llamados himeni en hawaiiano, jugaron un rol extremadamente importante en el desarrollo de la música contemporánea hawaiiana. El hula —y por tanto el mele— era mal visto por los religiosos y finalmente fue prohibido por ley en 1830 bajo la reina regente Ka’ahumanu. Así, las tonadas de himnos y después de gospel se convirtieron en los únicos medios de expresión disponibles para muchos hawaiianos, especialmente en los centros misioneros de Honolulu y Lahaina. No obstante, durante el tiempo de Kamehameha II (los 1840) el hula tuvo un breve resurgir. Kamehameha IV, que reinó de 1854 a 1870, también revivió el hula y el canto mediante el mantenimiento sin tapujos (o sea, pasando olímpicamente de la opinión de los misioneros), de músicos y bailarines de corte. Con todo, por el influjo constante de instrumentos musicales occidentales (piano, acordeón, guitarra, etc) y las canciones litúrgicas y seculares, junto a la decreciente popularidad de las exigentes escuelas de hula, el canto tradicional empezó a declinar. Por otra parte, ciertos tipos de hula empezaron a ser más y más populares. Así, muchos cantos y bailes aprendidos y representados durante la era del kapu se retuvieron sin ese componente sagrado como un baile del nuevo tipo [o sea, cambiando de color y mimetizándose con el entorno para sobrevivir]. Estableciendo el concepto de un hula “libre”, los hawaiianos se aseguraron la persistencia de una tradición que podría de otra forma haberse perdido como resultado de la abolición del sistema del kapu y la naturaleza restrictiva de las enseñanzas de los misioneros.”
Cabe pues ver en el mele una resistencia a los elementos occidentalizantes (tanto la religión como el estilo de vida e incluso la música). 

Interior de la casa de un jefe, Louis Choris.

Si lo desean, tomen  aire y recuerden este bello canto de Johnny Almeida que ya les trajimos en otra entrada:


Canta: Johnny Almeida



3) De 1872 a 1915, el periodo en que se consolidaron las influencias tanto europeas como tradicionales en un estilo propio. Hay dos figuras clave: el maestro de orquesta alemán Heinrich Berger, que llega a Hawai’i a petición del gobierno de la isla para ponerse al frente de la Royal Hawaiian Band (ocupará la posición de maestro de la orquesta durante cerca de 40 años, orquesta que es por cierto la banda municipal más antigua de los Estados Unidos y a día de hoy la única que funciona a tiempo completo); y el Rey David Kalakaua, (en hawaiiano, Kawika Kalakaua), que reina de 1874 a 1891, es llamado el “rey alegre” y es un hombre del renacimiento y mecenas de las artes. 
Kalakaua insiste en ‘perpetuar y preservar’ la música y el baile tradicional de Hawai’i. Es el primer monarca de cualquier país, en la historia, en hacer un viaje alrededor del mundo, en 1881.  Además de patrón de las artes, es músico y compositor, su instrumento favorito es el ukulele y es responsable directo de su popularización. Mantiene una sana competición de composición de canciones con sus hermanos: el príncipe William Lleiohoku —que murió con 23 años pero es el autor original del famoso Hawaiian War Chant, que en su versión habla del encuentro de dos amantes—, la princesa Likelike y la futura Reina Lili’uokalani —última reina de Hawai’i, coronada en 1891 y depuesta en 1893—. Los cuatro son destacados compositores, aunque la más famosa es Lili’uokalani, que escribió la celebérrima “Aloha ‘Oe” y un mínimo de otras 150 canciones.  Este es el periodo en que se consolida la música hawaiiana como la vamos a conocer en el futuro, con ukuleles, guitarras ‘slack-key’ y steel guitars. Aquí tienen a los cuatro (de un espléndido total de quince) hermanos:

La reina Lili’uokalani, la última reina de Hawai'i.
El "Rey Alegre", Kawika (David) Kalakaua
La Princesa Likelike
El Príncipe William Pitt Leleiohoku II

El nombre "David" en hawaiiano era Kawika, y así tenemos el siguiente mele inoa (canto personal) dedicado a su figura:


Kawika 
Canta: Emma K. Bishop


Kawika 
Canta: Anna K. Hall



Para cuando Helen Roberts llegó a Hawai’i con sus cilindros Edison y 5.000 dólares de beca, la influencia americana ya era predominante y el urbanismo era evidente en lugares como Honolulu; se habían pasado ya fiebres ragtime y jazz, y el hula y el mele tradicionales eran cada vez más marginales. Pero Roberts fue capaz de grabar los últimos exponentes de los estilos de canto tradicionales aprendidos de los maestros de mediados del siglo XIX.

La conservación de los mele

El legado sonoro de la música hawaiiana tradicional (del siglo XIX) está conservado en únicamente dos colecciones importantes. La primera es la llamada “Colección Helen Roberts.” La antropóloga y musicóloga Helen Roberts viajó a Hawaii en 1923 y 1924 auspiciada por una comisión de asuntos culturales hawaiiana y, aun sin saber el idioma, fue capaz de amasar una importante colección de cantos, que registró en cilindros Edison de las voces de los ancianos de las tres islas principales: O’ahu, Kaua’i y Hawai’i.  Roberts realizó una labor milagrosa porque llegó en un momento en que aún quedaban personas vivas que conocían esas músicas paganas que al Hawai'i moderno y religioso ya no le interesaban mucho y de las que los jóvenes ya iban pasando ampliamente. Además el Museo Bishop de Honolulu publicó el resultado de sus investigaciones: 250 cantos quedaron escritos (según la notación musical occidental, que no es del todo adecuada para registrar los matices e inflexiones del canto hawaiiano y cualidades como el cambio de menos de un semitono o el vibrato en la voz) para la posteridad; 58 cilindros (la mitad duplicados, más de dos horas de material en total) fueron grabados en el primer viaje, y unos meses después hizo otro viaje más. A finales de los años 60 estos frágiles cilindros de cera fueron transportados desde Honolulu al Laboratorio de Re-Grabación Edison de la Universidad de Syracuse, NY, allí fueron regrabados a principios de los 70; y ahora mismo se conservan copias en el Museo Bishop (donde la colección ha estado accesible desde sus inicios con el lógico impacto sobre la comunidad musical de las islas) y en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Curiosamente, con la excepción de algunas canciones (podrán verlo en el disco que les recomendamos abajo), la colección permanece comercialmente inédita. 

Algo similar pasa con la “Colección Kuluwaimaka”, grabada en cilindros Dictaphone a principios de los años 30 por Emory y Kelsey; y que tiene la diferencia principal de estar centrada en un solo hombre: el maestro de canto James Palea Kapihenui Kuluwaimaka, antiguo cantante de la corte del rey Kalakaua (¡voz que llega hasta nuestros días y empezó a cantar casi a mediados del siglo XIX!), el cantante más famoso y respetado de su época y posiblemente el más importante en la historia grabada del mele, y monumento viviente de toda una era a punto de desaparecer. Se grabaron 33 discos (cilindros) que según sus recopiladores equivalían a “125 cilindros Edison”. En el disco recomendado abajo podrán encontrar una canción del maestro; pero de nuevo, el grueso de este legado no ha sido editado comercialmente, si bien la colección fue igualmente enviada por el Museo Bishop a la Universidad de Syracuse en 1972 para su re-grabación y se conservan copias en los mismos lugares. (Si quieren oír a Kuluwaimaka, sigan los enlaces del disco recomendado al final de esta entrada)
James Palea Kapihenui Kuluwaimaka
Foto: Baker - Van Dyke Collection
Tenemos un detective a sueldo investigando el rastro de los cilindros enviados a Syracuse por ver si existe una tercera copia en dicha universidad, simplemente con el fin de tenerlos a ustedes bien informados. De momento, nuestro hombre ha reportado lo siguiente:
“En los pasillos de la Universidad se pierde la pista del  antiguo Instituto Edison y nadie sabe nada de qué misteriosos arcanos se guardan en salas cerradas con llave, edificios abandonados de los que en el Directorio de la Universidad nadie puede dar razón, cámaras y salas subterráneas excavadas en la piedra primigenia y que no figuran en ningún plano contemporáneo… Algunos bibliotecarios se muestran solícitos pero dudan de la existencia de las colecciones de Edison, otros emiten guturales sonidos de desprecio y conminan al visitante a que olvide “esos cuentos de viejos bibliotecarios seniles y medio locos”… En la fraternidad Eta Ypsilon Lambda Alpha hablan de sonidos misteriosos que en la noche despiertan a los estudiantes, cantos del más allá que intentan buscar nuevas gargantas… Se habla de collares de lei que aparecen y desaparecen de las perchas… De ukuleles espectrales aparecidos entre los edificios en la oscuridad… Horrendos falsetes al borde del ultrasonido; fluctuantes, unduosos y líquidos vaivenes de slide guitar que salen de habitaciones desiertas… mujeres casi desnudas entre los árboles, que bailan y mueven las manos incitando a estudiantes que tienen que atarse al palo de la bandera que preside el campus… Gramófonos que suenan por la noche entre los estantes de la biblioteca, allí donde nunca hubo un gramófono… Plazas de garaje que permanecen desocupadas desde 1969… Misterios insondables que los estudiantes cuentan cuando han tomado unas 10 o 12 cervezas de más, pero que negarán al llegar el día…”
 Ah, la Biblioteca del Congreso les puede hacer una grabación de sus copias de los cilindros, si tienen interés. Por unos módicos 100 dólares la hora de grabación + material + tiempo de preparación del equipo. Y hay unas cuantas horas de material. Si se deciden, hagan el favor de mandarnos una copia.

Au A' Ia
Canta: George Naope

El maestro Kuluwaimaka (fuente: "Nineteenth Century Hawaiian Chant" de Elizabeth Tatar)
En el disco que les recomendamos hoy encontrarán a dos cantaores míticos: el mencionado James Palea Kapihenui Kuluwaimaka (1845-1936), cuyo nombre significa “lágrimas” y que cantó en la corte de Kamehameha IV y su consorte la Reina Emma y después en la del Rey Kalakaua, se casó tres veces con bailarinas de hula y ha quedado como uno de los cantantes más famosos de la historia de Hawai’i; y Sam Pua Ha'aheo (1896-1953), un devoto mormón que vivió en el entorno bucólico del Hawai’i que el mundo idealiza: un pueblito al lado del mar, una casa dedicada a la pesca… 
Bailarines. Fuente: Hawaiian Music and Musicians.


Canta: George Naope




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EDICIÓN (18 de octubre): El amigo Northrop Frye nos apunta en la Anatomía de la Crítica que ta mele es el nombre que los griegos daban a la poesía lírica, que suele traducirse por "poemas para ser cantados". No sabemos a ciencia cierta ni incierta si es una increíble coincidencia o si esto indica un origen occidental del nombre. Roberts da una cita de otro investigador en que se define el mele hawaiiano como 'canción' o palabras que pueden ser cantadas y el investigador pasa inmediatamente a comparar el mele con la poesía griega y la poesía inglesa. Nos parece por tanto que la palabra debe ser necesariamente hawaiiana, pues cuando hay la mayor oportunidad de mencionar lo contrario, que sería desde luego digno de mención, ni Roberts ni su fuente lo hacen. Pero entonces resulta curioso que nadie advierta esta maravillosa identidad en el nombre en dos culturas completamente separadas.
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Para oír otros mele, incluídas las voces de Kuluwaimaka y Pua Ha'aeho : 
Disco que si gustan pueden comprar aquí (Folkways depende de la institución Smithsonian y no tiene ánimo de lucro):

Fuentes:

-        Kanahele, George (editor) Hawaiian Music and Musicians
-        Roberts, Helen. Ancient Hawaiian Music
-        Tatar, Elizabeth Nineteenth Century Hawaiian Chant


7 comments:

Dario said...

No tengo tiempo ahora para leer la entrada, pero qué bonitas son las ilustraciones que has escogido!
UN abrazo,
DD

Deborah said...

Creo que el mele (o algo similar) es el estilo de musica mas popular en los grupos de danza hawaiiana que he visto en el Festival de Danza Etnica en SF. Que lastima que no sabemos como eran otras formas antiguas de la musica Hawaiiana.

Estoy de acuerdo con Dario con respect a las ilustraciones.

Deborah said...

con respectO!

d said...

Bueno, Deborah, quizás en el texto no quede claro, pero por lo que he investigado (un viaje a Hawaii que me ha pagado la Universidad de Miskatonic), entiendo que las formas musicales más antiguas serían bastante similares al mele... o sea, este canto debe ser una evolución de lo anterior, que no creo que anduviera muy lejos.

Muchas gracias a los dos por vuestros comentarios. Sí, son ilustraciones maravillosas, pero no sé por qué endemoniada razón no se puede pinchar en ellas para agrandarlas... En fin, aquí hay una:
UNO
UNO
La primera, curiosamente, ahora no la encuentro por ningún lado. Ya pondré más.

Nemo said...

Madre mía, cómo te has currado ésto!

Veo que escuchas las pizarras en la penumbra, jajajajaa!! Estaría genial que también tú pudieras estar en esa fiesta pizarra...

Besos y abrazos!!!!!!!

Nemo

Deborah said...

David, no es que el texto no quede claro, sino que tengo la mente confundida. (Eso lo sabia; gracias por tu amabilidad!)

Deborah said...

@David - queriea decir "Eso lo sabiaS".